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Plan para leer toda la Biblia en un Año

Los enfermos son sanados

Judges 4-6, Luke 4:31-44(Reina-Valera 1960)

Jueces 4

Débora y Barac derrotan a Sísara

   1 Después de la muerte de Aod, los hijos de Israel volvieron a hacer lo malo ante los ojos de Jehová.

    2 Y Jehová los vendió en mano de Jabín rey de Canaán, el cual reinó en Hazor; y el capitán de su ejército se llamaba Sísara, el cual habitaba en Haroset-goim.

    3 Entonces los hijos de Israel clamaron a Jehová, porque aquél tenía novecientos carros herrados, y había oprimido con crueldad a los hijos de Israel por veinte años.

    4 Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot;

    5 y acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio.

    6 Y ella envió a llamar a Barac hijo de Abinoam, de Cedes de Neftalí, y le dijo: ¿No te ha mandado Jehová Dios de Israel, diciendo: Ve, junta a tu gente en el monte de Tabor, y toma contigo diez mil hombres de la tribu de Neftalí y de la tribu de Zabulón;

    7 y yo atraeré hacia ti al arroyo de Cisón a Sísara, capitán del ejército de Jabín, con sus carros y su ejército, y lo entregaré en tus manos?

    8 Barac le respondió: Si tú fueres conmigo, yo iré; pero si no fueres conmigo, no iré.

    9 Ella dijo: Iré contigo; mas no será tuya la gloria de la jornada que emprendes, porque en mano de mujer venderá Jehová a Sísara. Y levantándose Débora, fue con Barac a Cedes.

    10 Y juntó Barac a Zabulón y a Neftalí en Cedes, y subió con diez mil hombres a su mando; y Débora subió con él.

    11 Y Heber ceneo, de los hijos de Hobab suegro de Moisés, se había apartado de los ceneos, y había plantado sus tiendas en el valle de Zaanaim, que está junto a Cedes.

    12 Vinieron, pues, a Sísara las nuevas de que Barac hijo de Abinoam había subido al monte de Tabor.

    13 Y reunió Sísara todos sus carros, novecientos carros herrados, con todo el pueblo que con él estaba, desde Haroset-goim hasta el arroyo de Cisón.

    14 Entonces Débora dijo a Barac: Levántate, porque este es el día en que Jehová ha entregado a Sísara en tus manos. ¿No ha salido Jehová delante de ti? Y Barac descendió del monte de Tabor, y diez mil hombres en pos de él.

    15 Y Jehová quebrantó a Sísara, a todos sus carros y a todo su ejército, a filo de espada delante de Barac; y Sísara descendió del carro, y huyó a pie.

    16 Mas Barac siguió los carros y el ejército hasta Haroset-goim, y todo el ejército de Sísara cayó a filo de espada, hasta no quedar ni uno.

    17 Y Sísara huyó a pie a la tienda de Jael mujer de Heber ceneo; porque había paz entre Jabín rey de Hazor y la casa de Heber ceneo.

    18 Y saliendo Jael a recibir a Sísara, le dijo: Ven, señor mío, ven a mí, no tengas temor. Y él vino a ella a la tienda, y ella le cubrió con una manta.

    19 Y él le dijo: Te ruego me des de beber un poco de agua, pues tengo sed. Y ella abrió un odre de leche y le dio de beber, y le volvió a cubrir.

    20 Y él le dijo: Estate a la puerta de la tienda; y si alguien viniere, y te preguntare, diciendo: ¿Hay aquí alguno? tú responderás que no.

    21 Pero Jael mujer de Heber tomó una estaca de la tienda, y poniendo un mazo en su mano, se le acercó calladamente y le metió la estaca por las sienes, y la enclavó en la tierra, pues él estaba cargado de sueño y cansado; y así murió.

    22 Y siguiendo Barac a Sísara, Jael salió a recibirlo, y le dijo: Ven, y te mostraré al varón que tú buscas. Y él entró donde ella estaba, y he aquí Sísara yacía muerto con la estaca por la sien.

    23 Así abatió Dios aquel día a Jabín, rey de Canaán, delante de los hijos de Israel.

    24 Y la mano de los hijos de Israel fue endureciéndose más y más contra Jabín rey de Canaán, hasta que lo destruyeron.

   

Jueces 5

Cántico de Débora y de Barac

   1 Aquel día cantó Débora con Barac hijo de Abinoam, diciendo:

   
   2 Por haberse puesto al frente los caudillos en Israel,
    Por haberse ofrecido voluntariamente el pueblo,
    Load a Jehová.

   
   3 Oíd, reyes; escuchad, oh príncipes;
    Yo cantaré a Jehová,
    Cantaré salmos a Jehová, el Dios de Israel.

   
   4 Cuando saliste de Seir, oh Jehová,
    Cuando te marchaste de los campos de Edom,
    La tierra tembló, y los cielos destilaron,
    Y las nubes gotearon aguas.

   
   5 Los montes temblaron delante de Jehová,
    Aquel Sinaí, delante de Jehová Dios de Israel.(A)

   
   6 En los días de Samgar hijo de Anat,
    En los días de Jael, quedaron abandonados los caminos,
    Y los que andaban por las sendas se apartaban por senderos torcidos.

   
   7 Las aldeas quedaron abandonadas en Israel, habían decaído,
    Hasta que yo Débora me levanté,
    Me levanté como madre en Israel.

   
   8 Cuando escogían nuevos dioses,
    La guerra estaba a las puertas;
    ¿Se veía escudo o lanza
    Entre cuarenta mil en Israel?

   
   9 Mi corazón es para vosotros, jefes de Israel,
    Para los que voluntariamente os ofrecisteis entre el pueblo.
    Load a Jehová.

   
   10 Vosotros los que cabalgáis en asnas blancas,
    Los que presidís en juicio,
    Y vosotros los que viajáis, hablad.

   
   11 Lejos del ruido de los arqueros, en los abrevaderos,
    Allí repetirán los triunfos de Jehová,
    Los triunfos de sus aldeas en Israel;
    Entonces marchará hacia las puertas el pueblo de Jehová.

   
   12 Despierta, despierta, Débora;
    Despierta, despierta, entona cántico.
    Levántate, Barac, y lleva tus cautivos, hijo de Abinoam.

   
   13 Entonces marchó el resto de los nobles;
    El pueblo de Jehová marchó por él en contra de los poderosos.

   
   14 De Efraín vinieron los radicados en Amalec,
    En pos de ti, Benjamín, entre tus pueblos;
    De Maquir descendieron príncipes,
    Y de Zabulón los que tenían vara de mando.

   
   15 Caudillos también de Isacar fueron con Débora;
    Y como Barac, también Isacar
    Se precipitó a pie en el valle.
    Entre las familias de Rubén
    Hubo grandes resoluciones del corazón.

   
   16 ¿Por qué te quedaste entre los rediles,
    Para oír los balidos de los rebaños?
    Entre las familias de Rubén
    Hubo grandes propósitos del corazón.

   
   17 Galaad se quedó al otro lado del Jordán;
    Y Dan, ¿por qué se estuvo junto a las naves?
    Se mantuvo Aser a la ribera del mar,
    Y se quedó en sus puertos.

   
   18 El pueblo de Zabulón expuso su vida a la muerte,
    Y Neftalí en las alturas del campo.

   
   19 Vinieron reyes y pelearon;
    Entonces pelearon los reyes de Canaán,
    En Taanac, junto a las aguas de Meguido,
    Mas no llevaron ganancia alguna de dinero.

   
   20 Desde los cielos pelearon las estrellas;
    Desde sus órbitas pelearon contra Sísara.

   
   21 Los barrió el torrente de Cisón,
    El antiguo torrente, el torrente de Cisón.
    Marcha, oh alma mía, con poder.

   
   22 Entonces resonaron los cascos de los caballos
    Por el galopar, por el galopar de sus valientes.

   
   23 Maldecid a Meroz, dijo el ángel de Jehová;
    Maldecid severamente a sus moradores,
    Porque no vinieron al socorro de Jehová,
    Al socorro de Jehová contra los fuertes.

   
   24 Bendita sea entre las mujeres Jael,
    Mujer de Heber ceneo;
    Sobre las mujeres bendita sea en la tienda.

   
   25 El pidió agua, y ella le dio leche;
    En tazón de nobles le presentó crema.

   
   26 Tendió su mano a la estaca,
    Y su diestra al mazo de trabajadores,
    Y golpeó a Sísara; hirió su cabeza,
    Y le horadó, y atravesó sus sienes.

   
   27 Cayó encorvado entre sus pies, quedó tendido;
    Entre sus pies cayó encorvado;
    Donde se encorvó, allí cayó muerto.

   
   28 La madre de Sísara se asoma a la ventana,
    Y por entre las celosías a voces dice:
    ¿Por qué tarda su carro en venir?
    ¿Por qué las ruedas de sus carros se detienen?

   
   29 Las más avisadas de sus damas le respondían,
    Y aun ella se respondía a sí misma:

   
   30 ¿No han hallado botín, y lo están repartiendo?
    A cada uno una doncella, o dos;
    Las vestiduras de colores para Sísara,
    Las vestiduras bordadas de colores;
    La ropa de color bordada de ambos lados, para los jefes de los que tomaron el botín.

   
   31 Así perezcan todos tus enemigos, oh Jehová;
    Mas los que te aman, sean como el sol cuando sale en su fuerza. m Y la tierra reposó cuarenta años.

   

Jueces 6

Llamamiento de Gedeón

   1 Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová; y Jehová los entregó en mano de Madián por siete años.

    2 Y la mano de Madián prevaleció contra Israel. Y los hijos de Israel, por causa de los madianitas, se hicieron cuevas en los montes, y cavernas, y lugares fortificados.

    3 Pues sucedía que cuando Israel había sembrado, subían los madianitas y amalecitas y los hijos del oriente contra ellos; subían y los atacaban.

    4 Y acampando contra ellos destruían los frutos de la tierra, hasta llegar a Gaza; y no dejaban qué comer en Israel, ni ovejas, ni bueyes, ni asnos.

    5 Porque subían ellos y sus ganados, y venían con sus tiendas en grande multitud como langostas; ellos y sus camellos eran innumerables; así venían a la tierra para devastarla.

    6 De este modo empobrecía Israel en gran manera por causa de Madián; y los hijos de Israel clamaron a Jehová.

    7 Y cuando los hijos de Israel clamaron a Jehová, a causa de los madianitas,

    8 Jehová envió a los hijos de Israel un varón profeta, el cual les dijo: Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Yo os hice salir de Egipto, y os saqué de la casa de servidumbre.

    9 Os libré de mano de los egipcios, y de mano de todos los que os afligieron, a los cuales eché de delante de vosotros, y os di su tierra;

    10 y os dije: Yo soy Jehová vuestro Dios; no temáis a los dioses de los amorreos, en cuya tierra habitáis; pero no habéis obedecido a mi voz.

    11 Y vino el ángel de Jehová, y se sentó debajo de la encina que está en Ofra, la cual era de Joás abiezerita; y su hijo Gedeón estaba sacudiendo el trigo en el lagar, para esconderlo de los madianitas.

    12 Y el ángel de Jehová se le apareció, y le dijo: Jehová está contigo, varón esforzado y valiente.

    13 Y Gedeón le respondió: Ah, señor mío, si Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto? ¿Y dónde están todas sus maravillas, que nuestros padres nos han contado, diciendo: ¿No nos sacó Jehová de Egipto? Y ahora Jehová nos ha desamparado, y nos ha entregado en mano de los madianitas.

    14 Y mirándole Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas. ¿No te envío yo?

    15 Entonces le respondió: Ah, señor mío, ¿con qué salvaré yo a Israel? He aquí que mi familia es pobre en Manasés, y yo el menor en la casa de mi padre.

    16 Jehová le dijo: Ciertamente yo estaré contigo, y derrotarás a los madianitas como a un solo hombre.

    17 Y él respondió: Yo te ruego que si he hallado gracia delante de ti, me des señal de que tú has hablado conmigo.

    18 Te ruego que no te vayas de aquí hasta que vuelva a ti, y saque mi ofrenda y la ponga delante de ti. Y él respondió: Yo esperaré hasta que vuelvas.

    19 Y entrando Gedeón, preparó un cabrito, y panes sin levadura de un efa de harina; y puso la carne en un canastillo, y el caldo en una olla, y sacándolo se lo presentó debajo de aquella encina.

    20 Entonces el ángel de Dios le dijo: Toma la carne y los panes sin levadura, y ponlos sobre esta peña, y vierte el caldo. Y él lo hizo así.

    21 Y extendiendo el ángel de Jehová el báculo que tenía en su mano, tocó con la punta la carne y los panes sin levadura; y subió fuego de la peña, el cual consumió la carne y los panes sin levadura. Y el ángel de Jehová desapareció de su vista.

    22 Viendo entonces Gedeón que era el ángel de Jehová, dijo: Ah, Señor Jehová, que he visto al ángel de Jehová cara a cara.

    23 Pero Jehová le dijo: Paz a ti; no tengas temor, no morirás.

    24 Y edificó allí Gedeón altar a Jehová, y lo llamó Jehová-salom;[a] el cual permanece hasta hoy en Ofra de los abiezeritas.

    25 Aconteció que la misma noche le dijo Jehová: Toma un toro del hato de tu padre, el segundo toro de siete años, y derriba el altar de Baal que tu padre tiene, y corta también la imagen de Asera que está junto a él;

    26 y edifica altar a Jehová tu Dios en la cumbre de este peñasco en lugar conveniente; y tomando el segundo toro, sacrifícalo en holocausto con la madera de la imagen de Asera que habrás cortado.

    27 Entonces Gedeón tomó diez hombres de sus siervos, e hizo como Jehová le dijo. Mas temiendo hacerlo de día, por la familia de su padre y por los hombres de la ciudad, lo hizo de noche.

    28 Por la mañana, cuando los de la ciudad se levantaron, he aquí que el altar de Baal estaba derribado, y cortada la imagen de Asera que estaba junto a él, y el segundo toro había sido ofrecido en holocausto sobre el altar edificado.

    29 Y se dijeron unos a otros: ¿Quién ha hecho esto? Y buscando e inquiriendo, les dijeron: Gedeón hijo de Joás lo ha hecho. Entonces los hombres de la ciudad dijeron a Joás:

    30 Saca a tu hijo para que muera, porque ha derribado el altar de Baal y ha cortado la imagen de Asera que estaba junto a él.

    31 Y Joás respondió a todos los que estaban junto a él: ¿Contenderéis vosotros por Baal? ¿Defenderéis su causa? Cualquiera que contienda por él, que muera esta mañana. Si es un dios, contienda por sí mismo con el que derribó su altar.

    32 Aquel día Gedeón fue llamado Jerobaal, esto es: Contienda Baal contra él, por cuanto derribó su altar.

    33 Pero todos los madianitas y amalecitas y los del oriente se juntaron a una, y pasando acamparon en el valle de Jezreel.

    34 Entonces el Espíritu de Jehová vino sobre Gedeón, y cuando éste tocó el cuerno, los abiezeritas se reunieron con él.

    35 Y envió mensajeros por todo Manasés, y ellos también se juntaron con él; asimismo envió mensajeros a Aser, a Zabulón y a Neftalí, los cuales salieron a encontrarles.

    36 Y Gedeón dijo a Dios: Si has de salvar a Israel por mi mano, como has dicho,

    37 he aquí que yo pondré un vellón de lana en la era; y si el rocío estuviere en el vellón solamente, quedando seca toda la otra tierra, entonces entenderé que salvarás a Israel por mi mano, como lo has dicho.

    38 Y aconteció así, pues cuando se levantó de mañana, exprimió el vellón y sacó de él el rocío, un tazón lleno de agua.

    39 Mas Gedeón dijo a Dios: No se encienda tu ira contra mí, si aún hablare esta vez; solamente probaré ahora otra vez con el vellón. Te ruego que solamente el vellón quede seco, y el rocío sobre la tierra.

    40 Y aquella noche lo hizo Dios así; sólo el vellón quedó seco, y en toda la tierra hubo rocío.

   


Lucas 4

Un hombre que tenía un espíritu inmundo

   

(Mr. 1.21-28)

   31 Descendió Jesús a Capernaum, ciudad de Galilea; y les enseñaba en los días de reposo.[a]

    32 Y se admiraban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad.(A)

    33 Estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de demonio inmundo, el cual exclamó a gran voz,

    34 diciendo: Déjanos; ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios.

    35 Y Jesús le reprendió, diciendo: Cállate, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio de ellos, salió de él, y no le hizo daño alguno.

    36 Y estaban todos maravillados, y hablaban unos a otros, diciendo: ¿Qué palabra es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y salen?

    37 Y su fama se difundía por todos los lugares de los contornos.

   

Jesús sana a la suegra de Pedro

   

(Mt. 8.14-15; Mr. 1.29-31)

   38 Entonces Jesús se levantó y salió de la sinagoga, y entró en casa de Simón. La suegra de Simón tenía una gran fiebre; y le rogaron por ella.

    39 E inclinándose hacia ella, reprendió a la fiebre; y la fiebre la dejó, y levantándose ella al instante, les servía.

   

Muchos sanados al ponerse el sol

   

(Mt. 8.16-17; Mr. 1.32-34)

   40 Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba.

    41 También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero él los reprendía y no les dejaba hablar, porque sabían que él era el Cristo.

   

Jesús recorre Galilea predicando

   

(Mr. 1.35-39)

   42 Cuando ya era de día, salió y se fue a un lugar desierto; y la gente le buscaba, y llegando a donde estaba, le detenían para que no se fuera de ellos.

    43 Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado.

    44 Y predicaba en las sinagogas de Galilea.









































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