1 Tributad a Jehová, oh
hijos de los poderosos,
Dad a Jehová la gloria y el
poder.
2 Dad
a Jehová la gloria debida a su nombre;
Adorad a Jehová en
la hermosura de la santidad.(A)
3 Voz
de Jehová sobre las aguas;
Truena el Dios de gloria,
Jehová sobre las muchas aguas.
4 Voz
de Jehová con potencia;
Voz de Jehová con gloria.
5 Voz
de Jehová que quebranta los cedros;
Quebrantó Jehová los
cedros del Líbano.
6 Los
hizo saltar como becerros;
Al Líbano y al Sirión como
hijos de búfalos.
7 Voz
de Jehová que derrama llamas de fuego;
8 Voz
de Jehová que hace temblar el desierto;
Hace temblar
Jehová el desierto de Cades.
9 Voz
de Jehová que desgaja las encinas,
Y desnuda los bosques;
En su templo todo proclama su gloria.
10
Jehová preside en el diluvio,
Y se sienta Jehová como rey
para siempre.
11
Jehová dará poder a su pueblo;
Jehová bendecirá a su
pueblo con paz.
1 Te glorificaré, oh Jehová,
porque me has exaltado,
Y no permitiste que mis enemigos
se alegraran de mí.
2
Jehová Dios mío,
A ti clamé, y me sanaste.
3 Oh
Jehová, hiciste subir mi alma del Seol;
Me diste vida,
para que no descendiese a la sepultura.
4
Cantad a Jehová, vosotros sus santos,
Y celebrad la
memoria de su santidad.
5
Porque un momento será su ira,
Pero su favor dura toda la
vida.
Por la noche durará el lloro,
Y a la mañana vendrá la alegría.
6 En
mi prosperidad dije yo:
No seré jamás conmovido,
7
Porque tú, Jehová, con tu favor me afirmaste como monte fuerte.
Escondiste tu rostro, fui turbado.
8 A
ti, oh Jehová, clamaré,
Y al Señor suplicaré.
9
¿Qué provecho hay en mi muerte cuando descienda a la sepultura?
¿Te alabará el polvo? ¿Anunciará tu verdad?
10
Oye, oh Jehová, y ten misericordia de mí;
Jehová, sé tú
mi ayudador.
11
Has cambiado mi lamento en baile;
Desataste mi cilicio, y
me ceñiste de alegría.
12
Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado.
Jehová Dios mío, te alabaré para siempre.
2 El sumo sacerdote Ananías ordenó entonces a los que estaban junto a él, que le golpeasen en la boca.
3 Entonces Pablo le dijo: !!Dios te golpeará a ti, pared blanqueada!(A) ¿Estás tú sentado para juzgarme conforme a la ley, y quebrantando la ley me mandas golpear?
4 Los que estaban presentes dijeron: ¿Al sumo sacerdote de Dios injurias?
5 Pablo dijo: No sabía, hermanos, que era el sumo sacerdote; pues escrito está: No maldecirás a un príncipe de tu pueblo.(B)
6 Entonces Pablo, notando que una parte era de saduceos y otra de fariseos, alzó la voz en el concilio: Varones hermanos, yo soy fariseo,(C) hijo de fariseo; acerca de la esperanza y de la resurrección de los muertos se me juzga.
7 Cuando dijo esto, se produjo disensión entre los fariseos y los saduceos, y la asamblea se dividió.
8 Porque los saduceos dicen que no hay resurrección,(D) ni ángel, ni espíritu; pero los fariseos afirman estas cosas.
9 Y hubo un gran vocerío; y levantándose los escribas de la parte de los fariseos, contendían, diciendo: Ningún mal hallamos en este hombre; que si un espíritu le ha hablado, o un ángel, no resistamos a Dios.
10 Y habiendo grande disensión, el tribuno, teniendo temor de que Pablo fuese despedazado por ellos, mandó que bajasen soldados y le arrebatasen de en medio de ellos, y le llevasen a la fortaleza.
11 A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma.
12 Venido el día, algunos de los judíos tramaron un complot y se juramentaron bajo maldición, diciendo que no comerían ni beberían hasta que hubiesen dado muerte a Pablo.
13 Eran más de cuarenta los que habían hecho esta conjuración,
14 los cuales fueron a los principales sacerdotes y a los ancianos y dijeron: Nosotros nos hemos juramentado bajo maldición, a no gustar nada hasta que hayamos dado muerte a Pablo.
15 Ahora pues, vosotros, con el concilio, requerid al tribuno que le traiga mañana ante vosotros, como que queréis indagar alguna cosa más cierta acerca de él; y nosotros estaremos listos para matarle antes que llegue.