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Plan para leer toda la Biblia en un Año

El manantial de la vida

Psalm 35-36, Acts 25(Reina-Valera 1960)

Salmos 35

Plegaria pidiendo ser librado de los enemigos

   

Salmo de David.

   1 Disputa, oh Jehová, con los que contra mí contienden;
    Pelea contra los que me combaten.

   
   2 Echa mano al escudo y al pavés,
    Y levántate en mi ayuda.

   
   3 Saca la lanza, cierra contra mis perseguidores;
    Di a mi alma: Yo soy tu salvación.

   
   4 Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida;
    Sean vueltos atrás y avergonzados los que mi mal intentan.

   
   5 Sean como el tamo delante del viento,
    Y el ángel de Jehová los acose.

   
   6 Sea su camino tenebroso y resbaladizo,
    Y el ángel de Jehová los persiga.

   
   7 Porque sin causa escondieron para mí su red en un hoyo;
    Sin causa cavaron hoyo para mi alma.

   
   8 Véngale el quebrantamiento sin que lo sepa,
    Y la red que él escondió lo prenda;
    Con quebrantamiento caiga en ella.

   
   9 Entonces mi alma se alegrará en Jehová;
    Se regocijará en su salvación.

   
   10 Todos mis huesos dirán: Jehová, ¿quién como tú,
    Que libras al afligido del más fuerte que él,
    Y al pobre y menesteroso del que le despoja?

   
   11 Se levantan testigos malvados;
    De lo que no sé me preguntan;

   
   12 Me devuelven mal por bien,
    Para afligir a mi alma.

   
   13 Pero yo, cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio;
    Afligí con ayuno mi alma,
    Y mi oración se volvía a mi seno.

   
   14 Como por mi compañero, como por mi hermano andaba;
    Como el que trae luto por madre, enlutado me humillaba.

   
   15 Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron;
    Se juntaron contra mí gentes despreciables, y yo no lo entendía;
    Me despedazaban sin descanso;

   
   16 Como lisonjeros, escarnecedores y truhanes,
    Crujieron contra mí sus dientes.

   
   17 Señor, ¿hasta cuándo verás esto?
    Rescata mi alma de sus destrucciones, mi vida de los leones.

   
   18 Te confesaré en grande congregación;
    Te alabaré entre numeroso pueblo.

   
   19 No se alegren de mí los que sin causa son mis enemigos,
    Ni los que me aborrecen sin causa(A) guiñen el ojo.

   
   20 Porque no hablan paz;
    Y contra los mansos de la tierra piensan palabras engañosas.

   
   21 Ensancharon contra mí su boca;
    Dijeron: !!Ea, ea, nuestros ojos lo han visto!

   
   22 Tú lo has visto, oh Jehová; no calles;
    Señor, no te alejes de mí.

   
   23 Muévete y despierta para hacerme justicia,
    Dios mío y Señor mío, para defender mi causa.

   
   24 Júzgame conforme a tu justicia, Jehová Dios mío,
    Y no se alegren de mí.

   
   25 No digan en su corazón: !!Ea, alma nuestra!
    No digan: !!Le hemos devorado!

   
   26 Sean avergonzados y confundidos a una los que de mi mal se alegran;
    Vístanse de verg:uenza y de confusión los que se engrandecen contra mí.

   
   27 Canten y alégrense los que están a favor de mi justa causa,
    Y digan siempre: Sea exaltado Jehová,
    Que ama la paz de su siervo.

   
   28 Y mi lengua hablará de tu justicia
    Y de tu alabanza todo el día.

   

Salmos 36

La misericordia de Dios

   

Al músico principal. Salmo de David, siervo de Jehová.

   1 La iniquidad del impío me dice al corazón:
    No hay temor de Dios delante de sus ojos.(B)

   
   2 Se lisonjea, por tanto, en sus propios ojos,
    De que su iniquidad no será hallada y aborrecida.

   
   3 Las palabras de su boca son iniquidad y fraude;
    Ha dejado de ser cuerdo y de hacer el bien.

   
   4 Medita maldad sobre su cama;
    Está en camino no bueno,
    El mal no aborrece.

   
   5 Jehová, hasta los cielos llega tu misericordia,
    Y tu fidelidad alcanza hasta las nubes.

   
   6 Tu justicia es como los montes de Dios,
    Tus juicios, abismo grande.
    Oh Jehová, al hombre y al animal conservas.

   
   7 !!Cuán preciosa, oh Dios, es tu misericordia!
    Por eso los hijos de los hombres se amparan bajo la sombra de tus alas.

   
   8 Serán completamente saciados de la grosura de tu casa,
    Y tú los abrevarás del torrente de tus delicias.

   
   9 Porque contigo está el manantial de la vida;
    En tu luz veremos la luz.

   
   10 Extiende tu misericordia a los que te conocen,
    Y tu justicia a los rectos de corazón.

   
   11 No venga pie de soberbia contra mí,
    Y mano de impíos no me mueva.

   
   12 Allí cayeron los hacedores de iniquidad;
    Fueron derribados, y no podrán levantarse.

   


Hechos 25

Pablo apela a César

   1 Llegado, pues, Festo a la provincia, subió de Cesarea a Jerusalén tres días después.

    2 Y los principales sacerdotes y los más influyentes de los judíos se presentaron ante él contra Pablo, y le rogaron,

    3 pidiendo contra él, como gracia, que le hiciese traer a Jerusalén; preparando ellos una celada para matarle en el camino.

    4 Pero Festo respondió que Pablo estaba custodiado en Cesarea, adonde él mismo partiría en breve.

    5 Los que de vosotros puedan, dijo, desciendan conmigo, y si hay algún crimen en este hombre, acúsenle.

    6 Y deteniéndose entre ellos no más de ocho o diez días, venido a Cesarea, al siguiente día se sentó en el tribunal, y mandó que fuese traído Pablo.

    7 Cuando éste llegó, lo rodearon los judíos que habían venido de Jerusalén, presentando contra él muchas y graves acusaciones, las cuales no podían probar;

    8 alegando Pablo en su defensa: Ni contra la ley de los judíos, ni contra el templo, ni contra César he pecado en nada.

    9 Pero Festo, queriendo congraciarse con los judíos, respondiendo a Pablo dijo: ¿Quieres subir a Jerusalén, y allá ser juzgado de estas cosas delante de mí?

    10 Pablo dijo: Ante el tribunal de César estoy, donde debo ser juzgado. A los judíos no les he hecho ningún agravio, como tú sabes muy bien.

    11 Porque si algún agravio, o cosa alguna digna de muerte he hecho, no rehúso morir; pero si nada hay de las cosas de que éstos me acusan, nadie puede entregarme a ellos. A César apelo.

    12 Entonces Festo, habiendo hablado con el consejo, respondió: A César has apelado; a César irás.

   

Pablo ante Agripa y Berenice

   13 Pasados algunos días, el rey Agripa y Berenice vinieron a Cesarea para saludar a Festo.

    14 Y como estuvieron allí muchos días, Festo expuso al rey la causa de Pablo, diciendo: Un hombre ha sido dejado preso por Félix,

    15 respecto al cual, cuando fui a Jerusalén, se me presentaron los principales sacerdotes y los ancianos de los judíos, pidiendo condenación contra él.

    16 A éstos respondí que no es costumbre de los romanos entregar alguno a la muerte antes que el acusado tenga delante a sus acusadores, y pueda defenderse de la acusación.

    17 Así que, habiendo venido ellos juntos acá, sin ninguna dilación, al día siguiente, sentado en el tribunal, mandé traer al hombre.

    18 Y estando presentes los acusadores, ningún cargo presentaron de los que yo sospechaba,

    19 sino que tenían contra él ciertas cuestiones acerca de su religión, y de un cierto Jesús, ya muerto, el que Pablo afirmaba estar vivo.

    20 Yo, dudando en cuestión semejante, le pregunté si quería ir a Jerusalén y allá ser juzgado de estas cosas.

    21 Mas como Pablo apeló para que se le reservase para el conocimiento de Augusto, mandé que le custodiasen hasta que le enviara yo a César.

    22 Entonces Agripa dijo a Festo: Yo también quisiera oír a ese hombre. Y él le dijo: Mañana le oirás.

    23 Al otro día, viniendo Agripa y Berenice con mucha pompa, y entrando en la audiencia con los tribunos y principales hombres de la ciudad, por mandato de Festo fue traído Pablo.

    24 Entonces Festo dijo: Rey Agripa, y todos los varones que estáis aquí juntos con nosotros, aquí tenéis a este hombre, respecto del cual toda la multitud de los judíos me ha demandado en Jerusalén y aquí, dando voces que no debe vivir más.

    25 Pero yo, hallando que ninguna cosa digna de muerte ha hecho, y como él mismo apeló a Augusto, he determinado enviarle a él.

    26 Como no tengo cosa cierta que escribir a mi señor, le he traído ante vosotros, y mayormente ante ti, oh rey Agripa, para que después de examinarle, tenga yo qué escribir.

    27 Porque me parece fuera de razón enviar un preso, y no informar de los cargos que haya en su contra.









































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