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Plan para leer toda la Biblia en un Año

El pozo de la desesperacion

Psalm 40-42, Acts 27:1-26(Reina-Valera 1960)

Salmos 40

Alabanza por la liberación divina

   

(Sal. 70.1-5)

   

Al músico principal. Salmo de David.

   1 Pacientemente esperé a Jehová,
    Y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.

   
   2 Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso;
    Puso mis pies sobre peña, y enderezó mis pasos.

   
   3 Puso luego en mi boca cántico nuevo, alabanza a nuestro Dios.
    Verán esto muchos, y temerán,
    Y confiarán en Jehová.

   
   4 Bienaventurado el hombre que puso en Jehová su confianza,
    Y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira.

   
   5 Has aumentado, oh Jehová Dios mío, tus maravillas;
    Y tus pensamientos para con nosotros,
    No es posible contarlos ante ti.
    Si yo anunciare y hablare de ellos,
    No pueden ser enumerados.

   
   6 Sacrificio y ofrenda no te agrada;
    Has abierto mis oídos;
    Holocausto y expiación no has demandado.

   
   7 Entonces dije: He aquí, vengo;
    En el rollo del libro está escrito de mí;

   
   8 El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado,
    Y tu ley está en medio de mi corazón.(A)

   
   9 He anunciado justicia en grande congregación;
    He aquí, no refrené mis labios,
    Jehová, tú lo sabes.

   
   10 No encubrí tu justicia dentro de mi corazón;
    He publicado tu fidelidad y tu salvación;
    No oculté tu misericordia y tu verdad en grande asamblea.

   
   11 Jehová, no retengas de mí tus misericordias;
    Tu misericordia y tu verdad me guarden siempre.

   
   12 Porque me han rodeado males sin número;
    Me han alcanzado mis maldades, y no puedo levantar la vista.
    Se han aumentado más que los cabellos de mi cabeza, y mi corazón me falla.

   
   13 Quieras, oh Jehová, librarme;
    Jehová, apresúrate a socorrerme.

   
   14 Sean avergonzados y confundidos a una
    Los que buscan mi vida para destruirla.
    Vuelvan atrás y averg:uéncense
    Los que mi mal desean;

   
   15 Sean asolados en pago de su afrenta
    Los que me dicen: !!Ea, ea!

   
   16 Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan,
    Y digan siempre los que aman tu salvación:
    Jehová sea enaltecido.

   
   17 Aunque afligido yo y necesitado,
    Jehová pensará en mí.
    Mi ayuda y mi libertador eres tú;
    Dios mío, no te tardes.

   

Salmos 41

Oración pidiendo salud

   

Al músico principal. Salmo de David.

   1 Bienaventurado el que piensa en el pobre;
    En el día malo lo librará Jehová.

   
   2 Jehová lo guardará, y le dará vida;
    Será bienaventurado en la tierra,
    Y no lo entregarás a la voluntad de sus enemigos.

   
   3 Jehová lo sustentará sobre el lecho del dolor;
    Mullirás toda su cama en su enfermedad.

   
   4 Yo dije: Jehová, ten misericordia de mí;
    Sana mi alma, porque contra ti he pecado.

   
   5 Mis enemigos dicen mal de mí, preguntando:
    ¿Cuándo morirá, y perecerá su nombre?

   
   6 Y si vienen a verme, hablan mentira;
    Su corazón recoge para sí iniquidad,
    Y al salir fuera la divulgan.

   
   7 Reunidos murmuran contra mí todos los que me aborrecen;
    Contra mí piensan mal, diciendo de mí:

   
   8 Cosa pestilencial se ha apoderado de él;
    Y el que cayó en cama no volverá a levantarse.

   
   9 Aun el hombre de mi paz, en quien yo confiaba, el que de mi pan comía,
    Alzó contra mí el calcañar.(B)

   
   10 Mas tú, Jehová, ten misericordia de mí, y hazme levantar,
    Y les daré el pago.

   
   11 En esto conoceré que te he agradado,
    Que mi enemigo no se huelgue de mí.

   
   12 En cuanto a mí, en mi integridad me has sustentado,
    Y me has hecho estar delante de ti para siempre.

   
   13 Bendito sea Jehová, el Dios de Israel,
    Por los siglos de los siglos.(C)
    Amén y Amén. ms LIBRO II

   

Salmos 42

Mi alma tiene sed de Dios

   

Al músico principal. Masquil de los hijos de Coré.

   1 Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
    Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.

   
   2 Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
    ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?

   
   3 Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
    Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?

   
   4 Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;
    De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,
    Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.

   
   5 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
    Y te turbas dentro de mí?
    Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
    Salvación mía y Dios mío.

   
   6 Dios mío, mi alma está abatida en mí;
    Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán,
    Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.

   
   7 Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;
    Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.

   
   8 Pero de día mandará Jehová su misericordia,
    Y de noche su cántico estará conmigo,
    Y mi oración al Dios de mi vida.

   
   9 Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?
    ¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?

   
   10 Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan,
    Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?

   
   11 ¿Por qué te abates, oh alma mía,
    Y por qué te turbas dentro de mí?
    Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
    Salvación mía y Dios mío.

   


Hechos 27

Pablo es enviado a Roma

   1 Cuando se decidió que habíamos de navegar para Italia, entregaron a Pablo y a algunos otros presos a un centurión llamado Julio, de la compañía Augusta.

    2 Y embarcándonos en una nave adramitena que iba a tocar los puertos de Asia, zarpamos, estando con nosotros Aristarco, macedonio de Tesalónica.

    3 Al otro día llegamos a Sidón; y Julio, tratando humanamente a Pablo, le permitió que fuese a los amigos, para ser atendido por ellos.

    4 Y haciéndonos a la vela desde allí, navegamos a sotavento de Chipre, porque los vientos eran contrarios.

    5 Habiendo atravesado el mar frente a Cilicia y Panfilia, arribamos a Mira, ciudad de Licia.

    6 Y hallando allí el centurión una nave alejandrina que zarpaba para Italia, nos embarcó en ella.

    7 Navegando muchos días despacio, y llegando a duras penas frente a Gnido, porque nos impedía el viento, navegamos a sotavento de Creta, frente a Salmón.

    8 Y costeándola con dificultad, llegamos a un lugar que llaman Buenos Puertos, cerca del cual estaba la ciudad de Lasea.

    9 Y habiendo pasado mucho tiempo, y siendo ya peligrosa la navegación, por haber pasado ya el ayuno, Pablo les amonestaba,

    10 diciéndoles: Varones, veo que la navegación va a ser con perjuicio y mucha pérdida, no sólo del cargamento y de la nave, sino también de nuestras personas.

    11 Pero el centurión daba más crédito al piloto y al patrón de la nave, que a lo que Pablo decía.

    12 Y siendo incómodo el puerto para invernar, la mayoría acordó zarpar también de allí, por si pudiesen arribar a Fenice, puerto de Creta que mira al nordeste y sudeste, e invernar allí.

   

La tempestad en el mar

   13 Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta.

    14 Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón.

    15 Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar.

    16 Y habiendo corrido a sotavento de una pequeña isla llamada Clauda, con dificultad pudimos recoger el esquife.

    17 Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva.

    18 Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad, al siguiente día empezaron a alijar,

    19 y al tercer día con nuestras propias manos arrojamos los aparejos de la nave.

    20 Y no apareciendo ni sol ni estrellas por muchos días, y acosados por una tempestad no pequeña, ya habíamos perdido toda esperanza de salvarnos.

    21 Entonces Pablo, como hacía ya mucho que no comíamos, puesto en pie en medio de ellos, dijo: Habría sido por cierto conveniente, oh varones, haberme oído, y no zarpar de Creta tan sólo para recibir este perjuicio y pérdida.

    22 Pero ahora os exhorto a tener buen ánimo, pues no habrá ninguna pérdida de vida entre vosotros, sino solamente de la nave.

    23 Porque esta noche ha estado conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo,

    24 diciendo: Pablo, no temas; es necesario que comparezcas ante César; y he aquí, Dios te ha concedido todos los que navegan contigo.

    25 Por tanto, oh varones, tened buen ánimo; porque yo confío en Dios que será así como se me ha dicho.

    26 Con todo, es necesario que demos en alguna isla.









































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