1 Su cimiento está en el monte santo.
2 Ama
Jehová las puertas de Sion
Más que todas las moradas de
Jacob.
3
Cosas gloriosas se han dicho de ti,
Ciudad de Dios.
Selah
4 Yo
me acordaré de Rahab y de Babilonia entre los que me conocen;
He aquí Filistea y Tiro, con Etiopía;
Este nació allá.
5 Y
de Sion se dirá: Este y aquél han nacido en ella,
Y el
Altísimo mismo la establecerá.
6
Jehová contará al inscribir a los pueblos:
Este nació
allí. Selah
7 Y
cantores y tañedores en ella dirán:
Todas mis fuentes
están en ti.
2
Llegue mi oración a tu presencia;
Inclina tu oído a mi
clamor.
3
Porque mi alma está hastiada de males,
Y mi vida cercana
al Seol.
4 Soy
contado entre los que descienden al sepulcro;
Soy como
hombre sin fuerza,
5
Abandonado entre los muertos,
Como los pasados a espada
que yacen en el sepulcro,
De quienes no te acuerdas ya,
Y que fueron arrebatados de tu mano.
6 Me
has puesto en el hoyo profundo,
En tinieblas, en lugares
profundos.
7
Sobre mí reposa tu ira,
Y me has afligido con todas tus
ondas. Selah
8 Has
alejado de mí mis conocidos;
Me has puesto por
abominación a ellos;
Encerrado estoy, y no puedo salir.
9 Mis
ojos enfermaron a causa de mi aflicción;
Te he llamado,
oh Jehová, cada día;
He extendido a ti mis manos.
10
¿Manifestarás tus maravillas a los muertos?
¿Se
levantarán los muertos para alabarte? Selah
11
¿Será contada en el sepulcro tu misericordia,
O tu verdad
en el Abadón?
12
¿Serán reconocidas en las tinieblas tus maravillas,
Y tu
justicia en la tierra del olvido?
13
Mas yo a ti he clamado, oh Jehová,
Y de mañana mi oración
se presentará delante de ti.
14
¿Por qué, oh Jehová, desechas mi alma?
¿Por qué escondes
de mí tu rostro?
15 Yo
estoy afligido y menesteroso;
Desde la juventud he
llevado tus terrores, he estado medroso.
16
Sobre mí han pasado tus iras,
Y me oprimen tus terrores.
17 Me
han rodeado como aguas continuamente;
A una me han
cercado.
18
Has alejado de mí al amigo y al compañero,
Y a mis
conocidos has puesto en tinieblas.
2 De modo que quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para sí mismos.
3 Porque los magistrados no están para infundir temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella;
4 porque es servidor de Dios para tu bien. Pero si haces lo malo, teme; porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo.
5 Por lo cual es necesario estarle sujetos, no solamente por razón del castigo, sino también por causa de la conciencia.
6 Pues por esto pagáis también los tributos, porque son servidores de Dios que atienden continuamente a esto mismo.
7 Pagad a todos lo que debéis: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honra, honra.(A)
8 No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros; porque el que ama al prójimo, ha cumplido la ley.
9 Porque: No adulterarás,(B) no matarás,(C) no hurtarás,(D) no dirás falso testimonio,(E) no codiciarás,(F) y cualquier otro mandamiento, en esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.(G)
10 El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor.
11 Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos.
12 La noche está avanzada, y se acerca el día. Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz.
13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia,
14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.