Luis Enrique Llanes Contesta

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Director del Ministerio Luz y Verdad en Argentina


Memorias escritas por su hija Alba Lys Llanes

El Reverendo Luis Enrique Llanes Serantes nació en Pinar del Río, Cuba, en 1939. Entregó su vida al Señor a la edad de 18 años y, a los 19, fue a estudiar al Instituto Bíblico Pentecostal, de Manacas, Las Villas, donde se graduó en 1962. Junto con su esposa, Melba Labrada Calvo, desarrolló un amplio ministerio pastoral, en diferentes iglesias de las Asambleas de Dios, de Cuba, y un sólido y reconocido ministerio de enseñanza, a nivel nacional. Fungió también como ejecutivo de esa organización, en diferentes cargos, incluyendo el de vice superintendente nacional.

En 1986, por pedido del Comité Ejecutivo Nacional, de las Asambleas cubanas, fundó junto a su esposa e hija mayor, el EDISUB (Estudios Dirigidos de Superación Bíblica), programa de estudios teológicos que vino a llenar el vacío de la preparación ministerial que existía en aquel momento, en el seno de la organización, y que se convirtió en prolífica cantera de obreros y ministros de diferentes denominaciones evangélicas cubanas. Fue su director nacional hasta el año 1989, fecha en que partió con su familia, como misioneros a la Argentina.

En ese país sudamericano, el Rev. Llanes fundó, junto a su familia, una iglesia para la Unión de las Asambleas de Dios, en la ciudad de San Rafael, provincia de Mendoza. En esa ciudad abrió también un instituto bíblico nocturno interdenominacional. Posteriormente actuó como pastor patrocinador en la fundación de otra iglesia de la Unión de las Asambleas de Dios, en Rincón de los Sauces, provincia de Neuquén. Paralelamente, fue profesor del Instituto Bíblico Patagónico, de la misma organización, ubicado en Gaiman, provincia del Chubut, desde 1994 hasta 2013. Radicado en la ciudad de Puerto Madryn, Chubut, en la Patagonia Argentina, desde 1998, el Rev. Llanes fundó el Ministerio Internacional Luz y Verdad, con el propósito de asistir a la formación y capacitación de obreros en las iglesias locales de diferentes organizaciones cristianas, iglesias a las cuales apoyó de variadas maneras. Fue también profesor del Instituto Bíblico Nocturno (Centro Familiar Cristiano, Puerto Madryn), del Instituto Bíblico “Mi Pasión” (Iglesia Bautista, Puerto Madryn), de ETED (Estudios Teológicos a Distancia) del Seminario Nazareno de Sudamérica (Iglesia del Nazareno), y del Seminario Teológico Sion (Iglesia Wesleyana). Durante años, también desarrolló un ministerio radial, tanto en San Rafael como en Puerto Madryn. Fue prolífico escritor, tanto de materiales didácticos usados en los Cursos Luz y Verdad, como de otras producciones, publicadas en la Red de Blog Luz y Verdad, entre las que se encuentran dos libros: La Unidad de la Iglesia y Tañendo el arpa, un estudio homilético de cada salmo.

Su pasión por la Obra de Dios, su entrega a la enseñanza bíblica y teológica, y a la formación de nuevas generaciones de ministros cristianos estuvieron presentes hasta el final de su vida. El Rev. Luis Llanes partió a la presencia del Señor, el 7 de marzo de 2015. Su legado continúa a través de su familia, y de los cientos y cientos de vidas tocadas por su ministerio, particularmente sus alumnos tanto en Cuba como en Argentina.




07/03/2015

HERMANOS Y AMIGOS: ESTA MAÑANA BIEN TEMPRANITO NUESTRO DIOS SE COMPLACIÓ EN LLEVAR A SU SANTA PRESENCIA A NUESTRO QUERIDO PADRE, EL PASTOR LUIS LLANES. ESTABA DORMIDO Y TRANQUILO. SU ROSTRO REFLEJA LA PAZ QUE DIOS LE REGALÓ A ÉL Y QUE TODA LA FAMILIA TAMBIÉN TENEMOS. EL SEÑOR NOS HA FORTALECIDO EN ESTE MOMENTO PORQUE SABEMOS QUE AHORA ESTÁ EN LAS MORADAS CELESTIALES CON TODOS LOS SANTOS ALABANDO AL SEÑOR EN SU PRESENCIA. CUALQUIER NOVEDAD ESTAREMOS COMUNICÁNDOLA POR ESTE MEDIO, RESPECTO DEL VELATORIO Y TODO LO DEMÁS. A TODOS USTEDES MUCHAS GRACIAS POR SU CARIÑO Y AMOR CRISTIANO Y HABERSE PREOCUPADO POR SU SALUD Y POR NOSOTROS Y NOS SENTIMOS ACOMPAÑADOS EN ESTE MOMENTO POR LA PRESENCIA DE DIOS Y POR USTEDES. DIOS LES BENDIGA MUCHO. EL GOZO DEL SEÑOR ES NUESTRA FORTALEZA.




RESCATANDO EL PÚLPITO (LLANES) 16-01-201

DEL TRABAJO DEL PREDICADOR.-

El púlpito es el lugar desde donde se proclama la Palabra. Esto sobre todas las cosas. Por lo cual, el predicador debe ser parco y sabio a la hora de tomar el púlpito. Recuerde que el tiempo es oro, por lo cual, el saludo, testimonios previos, historias que no tengan nada que ver con el mensaje que se va a predicar, todo esto, si se hace, debe tomar un tiempo bien limitado para no tomarle el tiempo a lo mas importante: La predicación de la Palabra. Tengamos en cuenta algunos aspectos que nos ayudarán a emplear con eficacia ese lugar tan importante dentro del templo.

1. La seriedad, sin desmedro del buen humor, debe ser parte en su trabajo. Hay predicadores que tienen gracia para los chistes, historias de humor, pero todo esto debe ser utilizado con sabiduría. No debe convertir el púlpito en un “show” para hacer reír a las gentes, debe ser prudente. La Iglesia pasa por alto todo eso y, hasta se ríe, pero el inconverso a quien hay que evangelizar, no entiende y se escandaliza. Se va sin recibir nada concreto sobre la necesidad de su salvación. La Palabra de Dios nos enseña que “…en la enseñanza debemos mostrar seriedad…”, “sobriedad, seriedad y prudencia”, “Palabra sana e irreprochable…” (Tito 2:7; Tito 2:2).

2. Sin embargo, debe tener cuidado de no convertir al púlpito en un ministerio funerario. De allí debe fluir vida y donde hay vida hay alegría, actividad y vitalidad.

“Mis palabras son vida…” dijo el Señor. El que entre triste debe salir con gozo; el que entre desanimado, que encuentre la fuente del ánimo; que cada palabra lanzada desde el púlpito vaya “sazonada con sal”. La seriedad y el gozo no son incompatibles, son conjugables en un carácter maduro. Una dosis adecuada de cada uno le dan al mensaje vida.

3. El predicador, especialmente el pastor, por la naturaleza de su trabajo tiene dominio de situaciones concretas que se producen dentro de la Iglesia, en los creyentes y familias. No debe convertir el púlpito en un noticiero informativo, donde se comunican cuestiones que va en desmedro de la integridad de algún creyente o familia. Los problemas embarazosos de los creyentes deben ser tratados y resueltos con la persona afectada. Así lo ordena Jesucristo, “el dueño del negocio”. No debe aprovechar la ventaja y la autoridad que le da el púlpito para “mandar al frente” a la persona afectada; ni para demeritarla ni burlarse públicamente. Esto es matador. Esta actitud menoscaba la integridad del afectado y menoscaba el carácter del predicador. Va contra la ética espiritual. Es abuso de la autoridad y ante la congregación deja muy poco que desear.

Si el problema es personal, personalmente se ayuda, si es congregacional, congregacionalmente se enseña.

4. Por regla general, los predicadores, al igual que otro creyente común, pasamos tiempos de luchas, problemas, escasez, enfermedad, etc. A la hora de tomar el púlpito debemos cuidarnos de no convertir a la congregación en nuestro “muro de los lamentos” y objeto de nuestra descarga emocional.

Recuerde que la congregación viene con sus conflictos, problemas, enfermedades, etc. para escuchar Palabra de Dios que le ayude, edifique, y aliente para seguir la carrera hacia la meta. Es necesario prepararnos de antemano, descargar en Dios, buscar en Dios la solución de nuestros problemas y buscar de Dios, en oración, la Palabra de ayuda y ánimo que la congregación necesita.

Nuestras palabras son transmisoras, de bendición o maldición, de ánimo o desanimo, de fe o de duda, de gozo lo de tristeza. Es, nuestra condición interna, lo que va a determinar que tipo de mensaje vamos a predicar. O predicas tus problemas, aumentando la presión de la Iglesia, o predicas Palabra de Dios para bendición y edificación del Cuerpo.

5. El mensaje de justificación por fe en Cristo sobre las bases de su sacrificio expiatorio, debe ser el tenor regulador de su mensaje. El predicador no debe convertir el púlpito en una cohorte judicial donde él se convierte en un fiscal acusador o en un juez sentenciador. El predicador fiscal mantiene siempre a las gentes con una conciencia de culpabilidad permanente esperando una condena inminente. No apunta al calvario como la fuente de la misericordia y el perdón para el pecador y no le da seguridad de salvación a sus feligreses. Recuerde que el ministerio acusatorio pertenece al “acusador de los hermanos”, Satanás; conviértase, mas bien, en un abogado defensor, intercesor ante el Dios, Juez, misericordioso y clemente.

6. El mensaje formador, por medio de la enseñanza sobre la base de la Palabra de Dios, debe ser una constante en la enseñanza desde el púlpito. “Pero tu, enseña la sana doctrina…” “Palabra sana e irreprochable…” (Tito 2:2) La Palabra tiene mucho que enseñar para formar el carácter cristiano del creyente. La enseñanza es la forma más efectiva para hacer madurar a la Iglesia. El predicador debe tener cuidado de no convertir al púlpito en un predio de domas de caballos (rodeos) que a fuerza de espuela y látigo someten a la obediencia a la bestia. Si tienes espíritu de vaquero, te aconsejo que te traslades al lejano oeste de USA al “wild, wild west”, allí encontrarás suficiente material equino con los cuales ejercer su ministerio.

7. Como es natural y es una constante en cualquier congregación, en ocasiones, ya sea por ignorancia, desconocimiento o rebeldía, surgen problemas con algunos que tienden a ir en contra de lo establecido dentro de la Iglesia, o no están de acuerdo con algunos de los aspectos del ministerio. Algunos pastores toman la desición de poner en disciplina a aquellos que por alguna causa han fallado o difieren de la opinión pastoral.

Sin previa ayuda u orientación hacia los “rebeldes”, anuncian desde el púlpito la disciplina, tomando de sorpresa al afectado, hiriendo sentimientos sin dar oportunidad para la reflexión y el arrepentimiento. Así convierten a la Iglesia en una penitenciaría, donde la persona queda presa o sale huyendo a otro lugar. No existe la paciencia del labrador, no existe un ministerio de consejería espiritual, no hay ministerio para los que fallan.

La disciplina es necesaria en algunos casos, pero primero hay que agotar todos los recursos para la restauración del pecador, como lo enseña Jesucristo. Hay que tratar el asunto de tu a tu. Después no abandonar al enfermo en recuperación, hay que darle apoyo y ayuda hasta su restauración.

SIGUE.......

El Púlpito, Naturaleza del lugar.-




EL PÚLPITO Y EL PREDICADOR.. (12-01-1)

El púlpito es un lugar añorado por muchos que están sentados en las bancas del templo. No es menos cierto que la figura del predicador descuella y resalta entre todos y se constituye el punto focal hacia el cual van dirigidas las miradas de los feligreses. Entre estos no deja de haber aquellos que suspiran dentro de sí, diciéndose internamente: “¡ah, si yo fuera el que estuviera allí!”.

Muchos no se dan cuenta de todas las implicaciones que tiene el uso de ese lugar preponderante en el templo. Esto no quiere decir que la plataforma y el púlpito tengan un carácter más sagrado que el resto del local. Realmente lo que hace santo al templo es la presencia de Jesucristo, que se hace presente cuando la Iglesia se reúne para adorar a Dios. Él está presente, satura el lugar, de tal forma que no queda un rincón donde su presencia no se deje sentir cuando hay una Iglesia adorando.

Sin embargo, no podemos dejar de reconocer que el púlpito, por el uso que le damos, se torna en un lugar diferente, por lo que, el que lo usa debe ser diferente. Cuando estamos detrás del púlpito y frente a una congregación, solo dos ojos mira la multitud, mientras que un multitud de ojos miran a dos.

Esto nos revela que el que usa el púlpito está expuesto a la mirada escrutadora de una multitud, expuesto a una multitud de oídos que escuchan, a una multitud de mentes que analizan cada palabra, a cada gesto del predicador. No hay escape.

Es necesario, pues, reflexionar sobre esto y entendamos, pues, cual es nuestra responsabilidad y actitud en ese lugar. Para esto analicemos:

SAEGUIRÁ....




Aspecto físico.- (Llanes)

Hemos dicho que el púlpito es el punto focal de la congregación. Decenas, quizás cientos de ojos observadores están mirando la persona física del predicador. Aunque que tratamos de que las gentes coloque su mirada en Jesús, pero lo cierto es que a quien ven, físicamente en esos momentos es al representante físico de Jesús: el predicador. El entender este aspecto nos ayudará a tomar en cuenta algunos aspectos que nos ayudarán al uso más eficaz de ese lugar y por parte de la congregación a la recepción y máximo provecho del mensaje qué predicamos:

1. Nuestro porte.- El sentido común nos indicará como debemos presentarnos ante la congregación. Para esto tenemos que tener bien presente cuáles son las características de nuestra feligresía. Por una parte no debemos ser pedantes, extremistas y extravagantes, vistiendo como “reyes”, cuando estamos ante una congregación de gentes sencillas. Tampoco debemos vestir “harapos”, demostrando una falsa humildad, cuando estamos ante una congregación donde predominan personas de cierto nivel social y económico. Debemos ser equilibrados, cualquiera de las dos formas que adoptemos aplicadas indebidamente, resulta de no muy buen gusto y hace sentir incómoda a la Iglesia Para esto no hay normas, sino principios y sentido común

2. Nuestra dicción.- De igual forma que pasa con nuestro porte, así también con el uso del lenguaje que utilizamos. Este tiene que ser adaptado a las circunstancias del lugar, las características culturales de las personas, edad, sexo, etc. para adecuar el mensaje en la forma particular que lo exigen las circunstancias para ser comprendido por las gentes que nos oye. Recuerde que no es lo mismo hablarles a niños que a adultos. No es lo mismo hablarles a universitarios que a gentes del vulgo, no es lo mismo hablarles a los campesinos que a las gentes de la ciudad. Lo más importante para el predicador no es predicar, sino ser entendidos por los que nos escuchan. Otra parte, en relación a la modulación de la voz, esta tiene que ser adecuada al tipo de salón o lugar donde predicamos. Se supone que si predicamos al aire libre, y no tenemos alto parlantes, tengamos, por necesidad, que levantar la voz lo suficiente como para que nos oigan todos. Pero si estamos en un salón de 6 X 4, la lógica nos va a decir el tono de voz en el cual hablar. Las gentes nos mira, nos oye, porque desde el lugar donde predicamos estamos expuestos a las miradas y oídos de todos y cada uno de ellos tiene capacidad de juicio para evaluar el grado de sabiduría y habilidad que tenemos al dirigirles la palabra.

1. La gesticulación.- Es bueno movernos, es bueno dar énfasis a nuestro mensaje utilizando nuestras manos y cuerpo si ello contribuye a que las gentes entienda. Pero tenemos que ser moderados ante la congregación, ya que no podemos usar la plataforma ni de pista de carrera, ni de ring de boxeo, ni de cancha de fútbol. Si es hombre sus gestos deben ser moderados pero varoniles. Un predicador con gestos amanerados causa repulsión y rechazo interno de su audiencia. De igual forma con relación a la mujer predicadora. Debe conservar sus gestos refinados y femeniles. No hay cosa más fea y que cause mas rechazo que una mujer predicadora imitando a Carlos Anacondia o un predicador varón imitando a Dina Santamaría. Lamentablemente, a veces vemos a predicadores renombrados internacionalmente que crean estilos de predicación un poco raras. Sus manos y dedos crean figuras que son similares a signos paganos y esotéricos o con significados obscenos. Revolean sus manos con los dedos haciendo figuras confusas, que en vez de contribuir a captar la atención hacia Jesucristo, mas bien los ojos y la mente del que oye y ve, se pierde tras esos movimientos preguntándose: ¿para qué hace eso?, ¿qué significado tiene esa señal que hace con sus manos?, ¿en qué contribuye todo eso en la eficacia del mensaje?. Tengamos cuidado con la imitación y qué cosa imitamos. No podemos convertir el púlpito en una sesión de prestidigitadores y gesticuladores mágicos. Seamos gentes normales predicando la Palabra de Dios. Su poder no reside en esas payasadas humanas. Además, y como dice el dicho: “El que imita fracasa”.





REFLEXIONES ANTERIORES


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